lunes, marzo 30, 2015

Vivir en un mundo al revés

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Juana de Arco, big loca y zurda.
Muchas veces en mi vida me he topado con gente gratamente sorprendida al ver que escribo con “la otra mano”. Que “eres más inteligente” o “no sabía que eras zurdo”, son el discurso obvio que pierde gracia cada día que vives en un mundo que está hecho al revés. 

Todo está pensado para el que es “normal”. Todo está diseñado sin pensar en que existimos gente que usa el otro lado del cuerpo. Las sillas con mesa incorporada, los cuadernos universitarios, las tijeras, los abrelatas, las guitarras y una eternidad de cosas. Y les resulta nerd cuando te quejas de todo eso. Claro, resulta nerd porque el derecho no entiende lo incómodo que es escribir con las manos y las hojas manchadas. Y si lo llega a entender es desde la compasión del porqué no naciste como todos. De ahí la caricaturización de que el zurdo es igual de ñoño que Ned Flanders o que está igual de pitiao y esquizofrénico que Juana de Arco. 

Sin embargo, yo estoy muy orgulloso de nacer “rarito”. Estoy feliz de descubrir que, si soy más inteligente porque soy zurdo, no es por ser zurdo, sino porque soy un sobreviviente. Soy un adaptado a un mundo que está hecho en una dirección distinta a la mía.

Y bajo la misma felicidad, asumir que todas mis mañas son más preciosas que mañosas. Revisar los libros al revés –que es algo que hacemos por zurdismo– es la cosa más bella del mundo. Detenerse media hora a pensar si me están hablando de su derecha o de mi derecha, también es algo bello. Un poco raro, pero bello. Manejar todo vía TOCs, porque tu cerebro funciona más de un lado que del otro, también es bello.

Finalmente, me gustaría que este exagerado consentimiento sea algo que todos los zurdos hagamos. Esto es algo más serio que solo escribir con “la otra mano”. Yo ya me lo tomé como una posición política frente a la vida. No es que me vuelva un extremista, sino que quiero exigir mis derechos -hasta esos principios se llaman de esa forma- ignorados a tener un asiento con mesita que me quede cómodo, a cuadernos que no traigan mega espiral molestoso y más cosas editadas tipo “manga japonés”.

Y sobretodo, sobretodo todo, a que no se sorprendan con un casi “oh, qué extraño eres y siempre te tuve cerca” al descubrir que escribo con la otra mano. Amigo, el mundo está al revés y quizás yo esté más derecho que tú.

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