Indianapolis: Paraíso de las pizzas excesivas

Viernes santos, dicen, es tiempo para reflexionar y comer solo pescado porque si comes carne, le faltas el respeto al señor Jesús que murió en la cruz. Pues hoy cometí herejía y me voy a la hoguera cagado de la risa.

En uno de mis arrebatos, salí a comer al centro. Como todo iba a estar cerrado, pensé que sería buena idea pasar a una de estas fuentes de soda que uno no mira muy bien en lo cotidiano, pero que en esta oportunidad resultó ser un paraíso. Así conocí a Indianapolis, un lugar bastante visible -está afuera mismo del metro U. de Chile, al lado de la Casa Central y el Instituto Nacional- pero que nunca fue visible a mis ojos de lechón.

Entrar fue una sorpresa. Las tías meseras son un amor y te atienden con todo el cariño del mundo. La verdad yo andaba en busca de completos, pero la tía mesera que me atendió me sugirió una pizza. Tienen muchas pizzas, todas tamaño personal, pero con los ingredientes más raros y las mezclas más cerdas del mundo. Yo me serví la Pizza Mixta, que le lleva champiñones, chorizillos, pimiento morrón, aceitunas, tomate, jamón y el infaltable queso súper derretido. 

Uno siempre la pide con poca fe, pero al momento de llegar a mis ojos no pude evitar tomar la foto (que es la que está arriba) y preparme a comer. ERA INMENSA. Es como si el pan fuera solo una excusa para servirte un delicioso vómito de ingredientes. Y obvio que todo era demasiado delicioso. 

La mezcla era perfecta. El pimentón logró mimetizarse tanto con el tomate que no se hace repulsivo (por lo menos para mi, que me carga el pimentón en todos sus colores). El jamón concentraba el sabor de toda la pizza, mientras que los chorizillos se podían comer solos. Todo estaba demasiado perfecto.

Al terminar, la sensación era de gloria. Es lo que se siente cuando, además de comer una comida muy rica, no tienes ganas de comer hasta el día siguiente. El quedar pleno, lleno de amor y grasita. Si le falté el respeto al señor Jesús que murió en la cruz, pucha sorry, pero no me arrepiento del pecado cometido.